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INVITADA a la Boda

 

Yo soy una de las invitadas a la boda de Caná y al mismo tiempo la mejor amiga de la novia.  Finalmente el día de la gran boda en Galilea ha llegado y junto con los demás invitados entro al lugar de la celebración. No logro dejar pasar el hecho de que, entre los invitados se encuentran María, la madre de Jesús, los discípulos y aunque no me crean o digan que exagero, ¡EL MISMO JESÚS!

La fiesta transcurre de manera agradable junto con los recién casados bailando, comiendo, cantando y celebrando con ellos el primero de sus días oficialmente juntos hasta que nos enteramos que se ha acabado el vino. Digo, ¿qué es de una celebración sin la más importante de las bebidas? La gente empezó a preguntar por vino y tristemente hubo que responder que se había acabado. Por mi mente cruzaron un montón de cosas, entre ellas, una pregunta: ¿Estaba la novia ya enterada? Conociendo bien a mi mejor amiga, si ya sabía de la falta de vino de seguro estaba al borde de las lágrimas por no saber qué hacer. Comencé a evaluar las posibilidades de conseguir vino para este mismo instante y las probabilidades me dijeron: de una en un millón. Decidí acercarme a la novia y hablar con ella para saber que sugería. Digamos que no fue lo que esperaba… ella no podía dejar de desesperarse, no tenía ni las mínima idea de que hacer.

A todo esto, veo que María se acerca a su hijo con un pequeño rastro de preocupación emanando de sus ojos y le dice:

–Ya no tienen vino – (cosa que ya habíamos notado todos, claro.)

Y Jesús le contestó:

–Mujer, ¿por qué me dices esto? Mi hora no ha llegado todavía.

Al Jesús decir esto levanta mis sospechas sobre lo que está a punto de acontecer, un posible milagro. María les dice a los sirvientes que hagan todo lo que su hijo les indique. Los sirvientes de la boda preparan 6 tinajas de piedra con agua y siguiendo las indicaciones de Jesús le llevan al esposo un poco de aquella agua convertida en vino. No puedo evitar hacer un pequeño grito ahogado, ¡de la nada hay vino! Y… ¡¿A partir de litros de agua común y corriente?! Eso en definitiva comprueba mis sospechas, todos en esta fiesta acabamos de ser testigo de un milagro, y no cualquier milagro, sino el primero de los muchos milagros futuros que serían realizados por Jesús.

 

El esposo dijo:

–Todo hombre pone primero el buen vino, y cuando están ya bebidos, pone el peor; tú has reservado el vino bueno hasta ahora.

A mí sinceramente me dieron ganas de reír porque, el mejor vino sí fue sacado al principio solo que al acabarse resultó ser que el agua convertida en vino sabía mil veces mejor. Tenía un sabor dulce y un olor tan exquisito que en pocos minutos la fiesta volvía a tener esa vida que poseía desde un principio. 

 

Jn. 2, 1-12. 

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