IV Esta es nuestra fe
Ser cristiano, cristiano de verdad no es fácil porque nos exige vivir según el proyecto de Dios, defender la dignidad humana y ser custodios de la creación. Nos exige creer en Dios y su mensaje y comprometernos cada día en la vivencia profunda de nuestra fe.
En los primeros siglos, los que pedían ser cristianos se preparaban durante un tiempo para recibir el bautismo: se les explicaba, entre otras cosas, el Credo, o sea, los tesoros que contenía su fe en Jesús. Luego ellos lo proclamaban delante de todos los cristianos para expresar que creían lo mismo que la comunidad que los recibía.
En la imagen de al lado se ven tres personas distintas, aunque tienen mucho en común. Es una representación de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, de lo que llamamos la Trinidad. ¿Qué tiene que ver esto con el Credo? Cuando nos bautizaron, el sacerdote derramó agua sobre nuestras cabezas diciendo: “Yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Por eso el Credo tiene tres partes que empiezan con estas frases: “Creo en Dios Padre… creo en Jesucristo… creo en el Espíritu Santo”. Los cristianos confesamos que nuestro Dios no es un Dios solitario, sino una comunidad de amor entre tres personas distintas.
A la vez, las tres personas forman una unión que no se puede romper: son un solo Dios. Rezar con el Credo nos permite sentir el amor del Padre, que nos ha creado; del Hijo, que nos ha salvado, y del Espíritu Santo, que llena de amor y vivifica nuestra vida.
Cuando decimos “creo”, nos unimos a todos los que han creído a lo largo de la historia, y a todos los que ahora siguen confiando en Él.
Creer es estar convencido de que Dios está siempre iluminando y haciendo hermosa nuestra vida, aunque otras cosas no nos dejen verlo, o simplemente no nos demos cuenta. Creer es confiar en el amor de Dios que me crea, me renueva y me salva. Es abandonarse en Dios como un niño en brazos de su madre.
veamos y comentemos en clase los siguientes videos, en los que nos dicen, una niña y una joven, de lo que para ellas significa creer y luego realiza tu propio video según lo que te indican en el libro:
4.1 El Credo Apostólico
(Tomado de catholic.net)
Las verdades de nuestra religión, de nuestra fe católica se encuentran en la oración del Credo. El Credo es lo que creemos los católicos. Si alguien de otra religión nos pregunta ¿qué es lo que creen ustedes los católicos? podemos contestarle con todo lo que rezamos en el Credo. Podemos decir que es como un resumen de nuestra religión. En el siglo III hay ya escritos que nos transmiten el Credo más antiguo, el más breve (el que llamamos Credo apostólico). Hay una versión más larga del Credo, del siglo IV (llamado Credo Niceno-Constantinopolitano).
El Credo está dividido en tres partes:
La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación. La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres. La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra santificación.
Estas tres partes contienen doce artículos que abarcan las principales verdades en las que creemos los católicos. Estos doce artículos son:
1. Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra.
2. Jesucristo, Hijo único de Dios.
3. Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y nacido de María la Virgen.
4. Jesús fue crucificado, muerto y sepultado.
5. Jesús descendió a los infiernos y al tercer día resucitó.
6. Jesús subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre.
7. Jesús vendrá a juzgar a vivos muertos.
8. El Espíritu Santo.
9. La Iglesia una, santa, católica y apostólica y la comunión de los santos.
10. El perdón de los pecados.
11. La resurreción de los muertos.
12. La vida eterna.
Si nos fijamos bien en todo lo que creemos nos vamos a dar cuenta de lo importante que es Dios y de cómo nos amó tanto que nos entregó a su Hijo Jesús para salvarnos. Se quedó con nosotros en la Iglesia, nos perdona y nos promete volver a venir.
Todo lo que creemos lo debemos vivir. Debemos demostrar con nuestras obras que creemos en Dios. Se debe notar la diferencia entre un niño que no tiene fe y un niño que sí tiene fe. La vida se vive diferente. Por ejemplo, si yo creo que tengo un Padre Todopoderoso que vela por mí, mis acciones deberán demostrar esa seguridad y confianza. Si yo creo en la Iglesia, la voy a ayudar.
El Credo es una forma de profesar nuestra fe. Otra forma de profesar nuestra fe es haciendo la señal de la cruz, que es la señal del cristiano. ¿Qué expresamos cuando nos persignamos? Decimos que creemos en Dios que es uno en tres personas distintas. Esto lo hacemos al decir “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Al trazar la señal de la cruz en nuestro cuerpo, expresamos que creemos en la Encarnación, Pasión y Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.
Al rezar el Credo entramos en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo y con toda la Iglesia.
Explicación didáctica (observando el dibujo): Nos tocamos la cabeza cuando decimos Padre, porque fue el padre el que pensó todas las cosas,… que las cebras tuvieran rayas y las jirafas manchas,…que el arco iris tuviera 7 colores y las montañas altas terminen con nieve... El padre se hizo niño y bajo (descendemos los dedos desde la frente a la barriga) al vientre de una mujer, María. Por eso, al decir Hijo nos tocamos la barriga. Y ese Dios Padre que se hace hijo en una barriga envía su Espíritu (aquí es donde más se lían, por lo de derecha o izquierda). El Espíritu es una fuerza invisible que viene de Dios y nos ayuda a ser mejor y ¿Sabéis que es lo primero que toca? EL CORAZON, (lado izquierdo.) Podemos hablar con Dios estar con Él siempre... pero el Espíritu también mueve nuestra mano (a la derecha) para dar de comer al sediento de beber al sediento abrazar al inmigrante...
Creo en DIOS PADRE creador
“Te pido, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra y lo que hay en ella; que sepas que Dios hizo todo esto de la nada, y del mismo modo fue creado el hombre” (2 Mac 7, 28)El universo y todos los seres existimos porque Dios nos ama. Nos creó por amor, y nos mantiene por amor. Desde el origen del universo hasta hoy, a lo largo de millones de años, todo se ha ido desarrollando en una evolución maravillosa. Hoy la ciencia nos descubre lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño del cosmos. Dios Padre es el origen, la fuente de donde brota toda la vida, la luz, la belleza, la bondad, el amor. Todo lo que existe ha sido creado libre y gratuitamente por Él, por puro amor. Todo lleva el toque de Dios. Sobre todo el hombre, hecho a su imagen y semejanza, el único ser libre, capaz de conocerle y amarle.
Pero Dios Padre no solo crea, sino que sostiene, cuida y acompaña a cada una de sus obras con suma ternura. Creer es confiar en este amor y cuidado de Dios, nuestro Padre.
“Confíen a Dios todas sus preocupaciones, porque Él se preocupa de ustedes” (1 Pe 5,
¿Es Dios el creador de todo, o somos fruto de la evolución?
Esta pregunta tiene trampa. Parece que haya que dar una respuesta u otra… pero lo cierto es que no son respuestas contrarias, sino complementarias. Decir que Dios lo ha creado todo, es una verdad de nuestra fe. Dios está en el origen del universo y de toda vida, pequeña o grande. La ciencia –sin contradecirse con esta realidad- nos presenta una posible teoría de cómo las cosas han llegado a ser lo que son: a través de un proceso de evolución. Pero la evolución no explica nada acerca del “origen” de las cosas ni responde a las preguntas acerca del ser, la dignidad, la misión, el sentido y el porqué del mundo y de los hombres. Nada de eso se puede responder biológicamente. Los cristianos creemos y sabemos que el origen y el sentido de todo están en Dios y en su amor infinito, gratuito y maravilloso. Y creemos también que no ha abandonado el mundo a su suerte, sino que acompaña amorosamente la creación y la cuida con su Providencia.
Creo en JESUCRISTO, su único Hijo, nuestro Señor
Lee atentamente el siguiente relato:“Era un matrimonio pobre. Ella hilaba a la puerta de su choza pensando en su marido. Todo el que pasaba se quedaba prendado de la belleza de su cabello negro, largo como hebras brillantes salidas de su rueca. Él iba cada día al mercado con algunas frutas. A la sombra de un árbol se sentaba a esperar, sujetando entre los dientes su pipa vacía. No llegaba el dinero para comprar un pellizco de tabaco. Se acercaba el día del aniversario de la boda y ella no cesaba de preguntarse qué podría regalar a su marido. Y, además, ¿con qué dinero? Una idea cruzó su mente. Sintió escalofrío al pensarlo, pero al decidirse, todo su cuerpo se estremeció de gozo: vendería su pelo para comprarle tabaco. Ya imaginaba a su hombre en la plaza, sentado ante sus frutas, dando largas bocanadas a su pipa. Solo obtuvo por su pelo unas cuantas monedas, pero eligió con cuidado el más fino estuche de tabaco.Al llegar la tarde, regresó el marido. Venía cantando por el camino. Traía en su mano un pequeño envoltorio: eran unos peines para su mujer, que acababa de comprar tras vender su vieja pipa. Los dos se amaban. Los dos habían ofrecido en regalo lo mejor que tenían.”Piensa y responde a las siguientes preguntas: ¿Qué movió a aquella mujer y a aquel hombre a desprenderse de lo mejor que tenían? ¿Crees que se quedaron tristes o felices, después de eso? ¿Por qué?
Concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen.
Antes de que José y María viviesen juntos, resultó que ella estaba embarazada. Dios dirigió este mensaje a José:
“José, no tengas reparo en recibir a María como esposa tuya, pues el hijo que espera viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”
Y el evangelista añade:
“Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había anunciado el Señor por el profeta: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, a quien pondrá por nombre Emmanuel, que significa: Dios con nosotros” (Mt 1, 20-23)
Este artículo del credo nos quiere dar a entender que Jesucristo es verdadero Dios (fue concebido por el Espíritu Santo) pero, a la vez, (sin dejar de ser Dios) es verdadero hombre (nació de una mujer, María). En el Evangelio encontramos múltiples pruebas de esto. ¿Recuerdas alguna?
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato
Padeció bajo el poder de Poncio Pilato. Fue crucificado, muerto y sepultado¿Te has preguntado alguna vez por qué aparece el nombre de Poncio Pilato en el Credo? Poncio Pilato era el gobernador romano que dirigía Judea en tiempos de Jesús, entre los años 26 y 36 d.C., tal como atestiguan las fuentes históricas. El hecho de nombrarlo en el Credo quiere hacernos ver que Jesús pertenece verdaderamente a nuestra Historia; es una forma de enmarcarlo como verdadero hombre en los acontecimientos de la historia humana.
Ya sabes que Jesús nació, vivió, murió y resucitó para salvarnos. Todo lo hizo por amor a nosotros y como uno de nosotros. Quizá te preguntes, ¿por qué tuvo que redimirnos precisamente en la Cruz?
Dios no nos podía mostrar su amor de un modo más penetrante que dejándose clavar en la Cruz en la persona del Hijo. La cruz era el instrumento de ejecución más vergonzoso y más cruel de la Antigüedad. Los ciudadanos romanos no podían ser crucificados, por grandes que hubieran sido sus culpas. De este modo, Dios penetra en lo más profundo del dolor humano. Desde entonces, ya nadie puede decir: “Dios no sabe lo que yo sufro”.
Descendió a los infiernos
El concepto de “infiernos” en el contexto bíblico es diferente de lo que nosotros llamamos “infierno”. Los infiernos, para los judíos, es el lugar a donde van a parar todos los muertos, en espera de la Resurrección. Decir que Jesús bajó a los infiernos es lo mismo que afirmar que Jesús murió de verdad. No fue una muerte “de mentiras” o fingida, como han dicho algunos. No se quedó “dormido”. Jesús murió auténticamente y pasó nada menos que tres días muerto, mientras su cuerpo reposaba en el sepulcro. Es la prueba más grande de que Jesús fue un verdadero hombre.
Escribe aquí una breve oración expresándole a Jesús los sentimientos que te causa el saber que se ha hecho uno como nosotros y ha dado su vida por ti:
Al tercer día RESUCITÓ de entre los muertos
Pero la muerte no tuvo la última palabra. El poder de Dios lo resucitó, y Jesús comenzó una nueva vida, gloriosa. La resurrección de Jesús es la prueba más grande de su divinidad, de que es verdadero Dios.
Tras la resurrección, la cruz se convierte, no solo en señal de sufrimiento, sino también de triunfo. Jesús, dando su vida hasta el final, hizo que el amor triunfase. Desde entonces, por la fuerza del Espíritu Santo, Jesús saca a las personas del dominio del mal y abre un camino de luz. Con Jesús resucitado, podemos pasar de la noche al día, de la oscuridad a la luz, de la tristeza a la alegría.
SUBIO A LOS CIELOS y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso
En el Nuevo Testamento, la Ascensión de Jesús a los cielos marca el final de esa cercanía especial del Resucitado con sus discípulos durante 40 días. Acabado ese tiempo, Jesús entra con toda su humanidad en la gloria de Dios. La Ascensión significa que Jesús ya no está presente en la tierra de forma visible, aunque sigue presente y está aquí.
La “derecha” era el lugar donde se sentaba –en los reinos de la antigüedad- el visir real, el ministro más importante del rey. Decir, pues, que Jesús está sentado a la derecha de Dios, es lo mismo que decir que es su representante y su enviado. Jesús es para nosotros el rostro mismo de Dios.
Desde allí ha de venir a JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS
Lee Mt 25, 31-46 y reflexiona. ¿Qué nos dice sobre el juicio final?
A veces pensamos en el juicio de Dios con temor, como si Él fuera un juez implacable deseoso de encontrar algún error en nosotros para castigarnos y condenarnos. Pero nada más lejos de la realidad: Dios quiere que nos salvemos y darnos vida para siempre. Su juicio está siempre unido al amor y a la misericordia, y lo único que desea de nosotros es que pongamos en práctica con los demás ese amor y misericordia que recibimos de Él.
Jesús nos “da copia” y nos confía cuál será la única pregunta del “examen final”: ¿Has amado?
Las palabras de Jesús acerca del Juicio final nos remiten a las Obras de Misericordia. ¿Las conoces? Investiga acerca de ellas
Creo en el ESPÍRITU SANTO
Poco antes de morir, Jesús dijo a sus amigos:
“Yo pediré al Padre que les envíe otro Consejero para que esté siempre con ustedes, el Espíritu de la Verdad. Él se lo enseñará todo y les irá recordando todo lo que yo les he dicho” (Jn 14, 16-17.26)
Como sabes, esta promesa se cumplió después de la resurrección de Jesús, el día de Pentecostés. En ese momento, los discípulos recordaron y comprendieron todo lo que Jesús les había dicho.
El Espíritu Santo es el Espíritu que movía a Jesús, su fuerza, su sabiduría, su amor. Es el que nos habita también a nosotros desde el día de nuestro Bautismo. Nos mueve por dentro cuando sentimos que el corazón se llena de paz, de alegría y de amor. Es quien nos mueve para que sigamos la obra que Jesús empezó, quien nos impulsa a hacer el bien. Sin Él, nadie sería capaz de amar. El Espíritu Santo nos abre a Dios, nos enseña a orar, y nos ayuda a estar disponibles para los demás.
Creo en la SANTA IGLESIA CATÓLICA
La Iglesia es obra del Espíritu Santo. Como ya sabes, el inicio de la Iglesia se remonta al día de Pentecostés, cuando Jesús envió su Espíritu sobre los apóstoles y sobre todos aquellos que se bautizaron y quisieron empezar una nueva vida.
Es por eso que decimos que la Iglesia es santa: porque ha sido creada y está habitada por el Espíritu mismo de Dios. Aunque esté formada por personas pecadoras –como nosotros-, la Iglesia es obra de Dios, y Él no se aleja de su Iglesia a pesar de todos sus pecados. La Iglesia no es santa porque todos sus miembros sean santos, sino porque Dios es santo y actúa en ella y por ella.
Decimos también que la Iglesia es católica. La palabra “católica” significa “total, universal”. La Iglesia es católica porque Jesús la ha llamado a confesar toda la fe y celebrar todos los sacramentos, y está abierta a todos los pueblos y personas del mundo entero.
Creo en la COMUNIÓN DE LOS SANTOS
“Santos” es un término que usaban los primeros cristianos para referirse a todos los miembros del Pueblo de Dios, de la Iglesia; no porque seamos especialmente buenos o porque no tengamos pecados, sino porque el Espíritu Santo está en cada uno de nosotros gracias al Bautismo. “Santo” no significa “perfecto”, sino “lleno del Espíritu de Dios”.
La “comunión” no se refiere aquí a recibir la Eucaristía, sino a la unión (común-unión) que vincula a todos los cristianos, como miembros del Cuerpo de Cristo. Como en el cuerpo humano, todos los miembros están unidos unos a otros, y lo que hace cualquiera de estos miembros afecta –para bien y para mal- al funcionamiento de los otros.
Todos nosotros –vivos y difuntos- nos podemos ayudar mutuamente sin que la muerte lo impida. Todo lo que cada uno de nosotros hace o sufre, beneficia a todos. Con nuestra oración, podemos ayudar, socorrer y fortalecer a nuestros hermanos. Todo lo que de bueno hacemos, repercute de alguna manera al bienestar de todos. Y también a la inversa: cada pecado de cada persona daña la comunión.
Creo en el PERDÓN DE LOS PECADOS
En una ocasión, le reprocharon a Jesús que se sentase a comer con pecadores y gente de mala reputación. Él les contestó:
“No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan” (Lc 5, 31-32)
El pecado es todo aquello contrario al amor. En nuestra vida hay pensamientos, sentimientos, acciones… que no brotan del amor. Esas cosas nos pesan y nos encierran en nosotros mismos, nos producen tristeza y también hacen sufrir a los demás. Sin embargo, el amor de Dios es más fuerte que cualquier pecado. A través del sacramento del Perdón, Él se acerca a nosotros y nos libera, nos dice que nos ama y nos da un corazón nuevo. Dios es misericordioso, no acusador, y desea quitar el pecado de nuestra vida.
Creo en la RESURRECCIÓN de la carne y la VIDA ETERNA
San Pablo animaba a los cristianos a tener esperanza creyendo en la resurrección de los que han muerto:
“No queremos, hermanos, dejarles en la ignorancia acerca de los que han muerto, para que no se aflijan como los que no tienen esperanza. Nosotros creemos que Jesús ha muerto y ha resucitado y que, por tanto, Dios llevará consigo a los que han muerto unidos a Jesús” (1 Tes 4, 13)
La muerte no es el final del camino, y lo que llamamos “el fin del mundo” es en realidad el comienzo de algo maravilloso. Unidos a Cristo, la muerte es solo un paso hacia la resurrección, hacia la vida plena. Creo que yo resucitaré, todo yo, todo lo que soy, pero transformado. Entonces comprenderé la verdad de todo y viviré amando siempre. Amaré del todo a Dios y a los hombres y mujeres, mis hermanos. Nada nos separará, nada nos hará sufrir. Eso será la fiesta sin fin, a la que damos el nombre de “cielo”.
Taller sobre el credo desde el Youcat
4.2 Alberta Giménez, una mujer de fe
Muchas veces habrás escuchado el refrán “Obras son amores y no buenas razones” y ahora este refrán nos ilustra lo que fue M. Alberta: una mujer que no se limitó a hablar sino que vivió todo lo que creía y enseñaba. Fue Esposa, madre y viuda, y protagonizó muchas historias de superación en un momento de grandes vaivenes políticos y educativos.
“Pensaré que sólo Dios puede llenar y satisfacer mi corazón”
Vamos a trabajar sobre su figura. En primer lugar, veremos un video sobre su vida que te ayudará a situarte un poco en su historia. https://www.youtube.com/watch?v=qRGF27RoxAc y luego con la información recibida y con las cosas que ya sabes de la Madre, vamos a hacer un periódico sobre ella:
Hacemos grupos de 3-5 personas, dependiendo del número de integrantes que sean en clase.
Titular: Alberta Giménez, una mujer de fe.
Noticia de Madre Alberta: La noticia que desarrolla el titular del periódico, debe responder a las preguntas: Quién, Qué, Cuándo, Dónde y Cómo.
Sección de pasatiempos: realizar algunos (sopa de letras, mensaje escondido, crucigrama…)
Sección de sociedad: a partir de su investigación, escribir una noticia de la sociedad de la época. Pueden centrarse en algún premio recibido por el Colegio, en las bodas de oro de Madre Alberta, en el cierre de la Escuela Normal de Maestras
Columna de opinión: Escribir su opinión acerca de Madre Alberta, de alguno de los testimonios o de sus consejos
entrevista a Madre Alberta.
¡No te asustes! No es tan difícil. Vas a poner cada una de estas secciones y vas a inventar noticias que tengan que ver con la vida de M. Alberta o con lo que podría haber sucedido en el Colegio cuando ella estaba. ¡No te imagines en la actualidad! Piensa en cómo podría haber sido la vida en Palma de Mallorca entre 1837-1922, y haz tus noticias.
Más abajo aparecen algunos TESTIMONIOS DE LAS PERSONAS QUE LA CONOCIERON, para que puedas descubrir cómo se sentían ellas cuando estaban con la Madre, ella hacía que se sintieran valiosas y dignas. También hay algunos de sus PENSAMIENTOS o CONSEJOS para que puedas descubrir en lo que ella creía y una INFOGRAFÍA que te servirás como fuente de información.
Maquetación del periódico: puedes pegar en una cartulina las noticias, la columna de opinión y la entrevista. O entre todos hacer un periódico mural.
“Nací para el cielo y a él dirigiré todas mis aspiraciones”
“Seamos como debemos y Dios cuidará del sostén y prosperidad que nos convenga; nada temamos, confiemos en el mejor de los padres”
“Me habéis conquistado con vuestra cruz”
“El divino Niño renazca en el corazón de todas y les lleve la santa alegría propia de estos días”